Editorial publicado en la revista Carreteras – nº 198 – Noviembre/Diciembre de 2014
Paralelamente a la presentación del borrador de los Presupuestos Generales del Estado para el ejercicio 2015, se podían escuchar los ecos del slogan político: “Inaugurando carreteras no se ganan elecciones…” Hoy, ya conocidos y analizados estos presupuestos, se podría pensar que Las elecciones sí se ganan financiando AVE´s. De hecho, los Presupuestos Generales del Estado para 2015 insisten en el programa de duplicación del número de kilómetros de alta velocidad ferroviaria, hasta sumar un total de 3.300.
En este punto, hemos de traer a colación las declaraciones del propio Presidente de ADIF, quien ha afirmado que “el AVE solo es sostenible en España si se dobla la cifra de viajeros”.
Seguro que existe un punto de equilibrio entre ambos esquemas, aparentemente contradictorios, pero para definirlo sería necesario conocer la política tarifaria que se ha previsto aplicar al AVE con el fin de lograr duplicar el número de pasajeros al mismo tiempo que se duplica la extensión de la red. Quizá la única opción posible pudiera ser bajar de nuevo los precios, probablemente sacrificando por el camino la competitividad del transporte de viajeros en autocar.
Y mientras tanto, las carreteras, que ya no reclaman inauguraciones de nuevos tramos, continúan implorando actuaciones –muy urgentes- de conservación, con inversiones que hagan posible el adecuado y sistemático mantenimiento de una red que soporta más de la mitad del total del tráfico terrestre del país.
Estamos ante un problema que, creemos, tiene una solución sencilla, una solución que pasa por la voluntad de preservar el patrimonio viario. Los ciudadanos, que mayoritaria y libremente eligen transportarse por carretera, tomarán en cuenta en sus consideraciones electorales aquellos programas que atiendan sus necesidades más inmediatas, entre ellas, mantener en un adecuado estado de uso las carreteras por las que cada día transitan.
En este sentido, hacemos un llamamiento para que las carreteras recuperen el lugar que les corresponde en los programas presupuestarios y en la política de transportes, y para ello, en esta ocasión, no apelamos a la exigencia de preservar el importante patrimonio carretero del país, tan siquiera reclamamos atención a este asunto por cuestiones de seguridad o comodidad, por ahorro de tiempo o de costes. Invocamos la misma razón que se arguye desde el Gobierno. Porque conservando carreteras también se ganan elecciones.
Según datos de la Dirección General de Tráfico, solo en la red de carreteras de alta capacidad se registran cada día un millón de desplazamientos. Un millón de votos que viajan al día por carretera.
Desde el año 2009 los presupuestos destinados a la construcción y conservación de las carreteras han venido sufriendo continuas caídas. Es de justicia reconocer que, en el presupuesto de 2015, esa tendencia se ha invertido, con un ligero incremento en la inversión. Insuficiente, sin duda, pero que constituye una buena noticia cuya consolidación esperamos en aras de mejorar la calidad del servicio de la infraestructura más utilizada por los ciudadanos.
La partida aún no ha terminado.