Editorial publicado en la revista Carreteras – nº 199 – Enero/Febrero de 2015
Concluíamos el editorial del último número de la Revista Carreteras (nº 198, noviembre/diciembre de 2014), felicitándonos por el “ligero incremento de la inversión” que se aprecia en los Presupuestos Generales del Estado para 2015. Cierto es que todavía contienen políticas de ajuste que no permiten un despegue significativo de la inversión pública y que las inversiones reales no alcanzan a las del año 2013 y están muy lejos de las de 2012, pero el aumento de un 6,4% en la inversión viaria respecto a 2014 abre una primera puerta al optimismo.
Era razonable esperar unas previsiones presupuestarias positivas hacia la inversión en infraestructuras, en tanto en cuanto la recuperación del empleo pretendida por el Gobierno pasa en buena medida por la recuperación de la industria de la construcción.
Pero, más allá de las proyecciones a las que acaba conduciendo la sensatez, lo cierto es que en el plano interno aún es pronto para lanzar las campanas al vuelo. De hecho, las principales oportunidades para el sector viario –que pueden agruparse en tres considerando la que se deriva de los PGE2015- van a llegar de la mano de Europa, y las Administraciones Públicas españolas tienen el deber de aprovecharlas al máximo.
A la cabeza de estas expectativas se sitúa el Acuerdo de Asociación con España suscrito con la Comisión Europea, en el que se establece la estrategia para el uso óptimo de los Fondos Estructurales y de Inversión europeos en todo el país (Fondos EIE). Dicho acuerdo allana el camino para invertir 28.580 millones de euros en la financiación de la totalidad de la política de cohesión para el período 2014-2020.
Entre sus Objetivos Temáticos interesan especialmente los denominados OT-6 (conservar y proteger el medio ambiente, entre otros), con una asignación de 4.398 millones de euros; y OT-7 (promover el transporte sostenible y eliminar los estrangulamientos en las infraestructuras de la red fundamental, computando los principales ejes estructurales y mejorando la continuidad e interoperabilidad de los ejes de transporte internacional), con 2.466 millones de euros de inversión.
Otra de las oportunidades que se presentan ante el sector viario español en el marco de la UE es el conocido como Plan Juncker o Plan de Inversiones para Europa 2015-2017, presentado por el Presidente de la Comisión Europea el pasado 26 de noviembre. El Consejo Europeo abordaba este programa el 18 de diciembre, ratificando la creación del Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas (FEIE), con la finalidad de movilizar 315.000 millones de euros de inversión pública y privada entre 2015 y 2017. Otra cifra más para la esperanza que se sustenta sobre inversiones susceptibles de ser abordadas por Colaboración Público-Privada mediante una eficaz transposición de la Directiva Europea de Concesiones y un régimen tarifario adecuado.
España vuelve a tener por delante un horizonte de inversión en infraestructuras a medio y largo plazo, en el que organizaciones institucionales, agentes empresariales y Administraciones Públicas hemos de volcarnos desde el “minuto cero” con esfuerzo y eficacia. Perder oportunidades es un lujo fuera de nuestro alcance.
La partida aún no ha terminado, decíamos en el editorial de la edición anterior. Y así es, porque no ha hecho más que empezar.