Carreteras sin presunción de inocencia

Elena de la Peña, Susbidrectora General Técnica de la Asociación Española de la Carretera

La Semana Europea de la Movilidad es claramente una buena idea, al menos a priori. Sin embargo, como todas las buenas ideas, corre el riesgo de ser interpretada con cierto desatino por algunos sectores. Es el caso de ciertas opiniones que la organización “Ecologistas en Acción” ha trasladado a los medios de comunicación en estos días.  Seguir leyendo Carreteras sin presunción de inocencia

No somos tan ricos como para hacer las cosas todavía más baratas

Editorial publicado en la revista Carreteras – nº 178 – Julio/Agosto de 2011

Las crisis tienen muchas secuelas además de las económicas y sociales, tan conocidas y vividas por la sociedad española durante estos últimos años; y quizás sean las ideológicas y psicológicas las más peligrosas a largo plazo.

 Una de estas secuelas es el cuestionamiento sistemático de todo lo realizado antes, las dudas sobre la historia reciente. Esto no es, en principio, negativo, pero se corre el peligro de que se convierta en un error cuando el diagnóstico está condicionado por las circunstancias. Como ahora no tenemos dinero, podemos llegar a pensar que antes gastábamos alegremente y que una prueba de esa alegría era la magnificencia de nuestras infraestructuras. Hay pocas dudas sobre la relevancia que ha tenido la inversión en infraestructuras de transportes en nuestro país en los últimos veinticinco años, pero podemos equivocarnos al determinar el origen de esta elevada concentración de recursos económicos.

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Crisis y deflación

Francisco Javier de Águeda.  Consultor Principal; TAIRONA CONSULTORES

 La duración y profundidad de la crisis que venimos padeciendo desde hace unos cuatro años en España ha dado pie a que muchas de las ideas preconcebidas sobre el funcionamiento de la economía estén cayendo en desuso, o al menos sean objeto de matizaciones importantes. Solo dos años atrás casi todos éramos keynesianos en nuestras visiones del futuro, queriendo decir con esto que propugnábamos un mayor gasto público para compensar el espectacular descenso del gasto privado que se había producido.

 En realidad la idea tiene bastante lógica, ya que si dos de los sumandos más importantes en la composición del PIB son el gasto del sector privado y el gasto del sector público, la bajada de uno de ellos podría compensarse en principio con la subida del otro, para poder seguir produciendo crecimiento económico. Pocos se dieron cuenta en aquel momento de que la intensidad de la globalización hacía que los esfuerzos de un gobierno determinado (ni tan siquiera el del gobierno norteamericano, como ha quedado demostrado; quizá únicamente, por sus especiales circunstancias políticas, el gobierno chino pueda tener una relativa influencia a nivel global) invalidaba aquella premisa keynesiana. La solución a nuestros problemas económicos debe necesitar de raíces más profundas: debe basarse en la economía real y no en la intervención artificial de un agente externo, aún tan poderoso como pueda ser el sector público.

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