Smart Mobility, más allá del transporte inteligente

Editorial publicado en la revista Carreteras – nº 194 – Marzo/Abril de 2014

Desde hace algunos años asistimos a una generalización del término “smart” a todos los niveles: casi todos usamos ahora Smartphones en lugar de teléfonos móviles, no hay ciudad que no aspire a ser una Smart City, la tecnología tiende a transformarse en Smart en numerosos ámbitos, los edificios más nuevos son Smart Buildings y hasta la energía es Smart.

Ante esta revolución “Smart”, la carretera no quiere ni puede quedarse al margen, debido a su implicación directa por la generalización del concepto de Smart City al ámbito interurbano.

Podría definirse la conocida “Smart City”[1] como la ciudad que integra, de forma inteligente, la economía, la población, la movilidad, el medio ambiente y el Gobierno; el propósito final de una Smart City es alcanzar una gestión eficiente de todas las áreas de la ciudad (urbanismo, infraestructuras, transporte, servicios, educación, sanidad, seguridad pública, energía, etc.) garantizando que se satisfacen las necesidades de la ciudad y de sus habitantes.

No hay Smart City sin Smart Road: el usuario demanda una calidad de servicio similar en el entorno urbano y el interurbano. Estos dos conceptos, juntos, dan lugar a una verdadera Smart Mobility, que debe complementarse con el desarrollo de intermodalidad, donde la carretera desempeña, una vez más, un papel claramente protagonista.

El concepto de Smart Road supera, con mucho, el de “carretera inteligente” al que parece asimilarse. Smart, aplicado al concepto de carretera, va mucho más allá de la tecnología y la eficiencia, sino que va asociado a los numerosos valores positivos que son intrínsecos a la carretera: libertad, accesibilidad, comodidad, fiabilidad son algunos de los valores que deben prevalecer en la definición de la Smart Road, dado que son la clave para la satisfacción de las necesidades de transporte de viajeros y mercancías.

El mundo de la carretera tiene por delante un importante reto para el siglo XXI, que debe unirse a todos los que ya están sobre la mesa: definir el modelo de Smart Road que haga realidad la Smart Mobility para los ciudadanos.

No sólo el sector viario cree en esta evolución. La multinacional de recursos humanos Sodexo anticipaba, en un reciente informe sobre las treinta profesiones que marcarán tendencia de cara a 2030, la de “ingeniero o diseñador de Smart roads”.

¿Estamos ante la evolución natural del concepto tradicional de carretera a un modelo viario que responda a las necesidades de una población en constante cambio? Probablemente la clave para su resolución esté en otra característica intrínseca de la carretera: su flexibilidad, como capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias generando nuevas opciones, nuevos servicios y consiguiendo, como siempre, que la carretera sea parte de nuestras vidas.


[1] Libro Blanco “Smart Cities”, 2013.