Miguel Mª Muñoz Medina, Presidente de la Asociación Española de la Carretera
Artículo publicado en El Vígia, octubre de 2013
Se mire por donde se mire, no es lo mismo decir estable que congelada cuando se habla de inversión. De la misma manera que no es igual austeridad que pobreza. Los juegos de palabras casi siempre son perniciosos. Porque los matices, la elección de unos términos y no de otros, hacen que la botella se vea medio llena o medio vacía a conveniencia del que habla.
Así, el calificativo de “austeros” utilizado por la Ministra de Fomento para describir sus Presupuestos para 2014 es, aun en su gravedad, la versión dulcificada de una realidad que cada día se impone más amarga.
Así, el calificativo de “austeros” utilizado por la Ministra de Fomento para describir sus Presupuestos para 2014 es, aun en su gravedad, la versión dulcificada de una realidad que cada día se impone más amarga.
Es cierto que estos dos años no han sido precisamente un camino de rosas para el actual equipo ministerial. Nada más llegar, escondidas en el cajón de su escritorio, esperaban a la Ministra una deuda de 40.000 millones de euros y facturas sin pagar por valor de 3.000 millones, según datos del propio Ministerio. Además, los recortes en su Departamento no han cesado, obligándola a aplicar las tijeras, a su vez, en todas y cada una de las partidas de su presupuesto.
Sin embargo, no parece justificable que sus decisiones en estos dos años se hayan visto también, y en buena medida, hipotecadas por los compromisos territoriales y las expectativas de los gobiernos autonómicos, incluso aunque esta generosidad hacia las comunidades autónomas haya sido la tónica de todos los gobiernos en las últimas legislaturas.
La consecuencia de lo anterior es un reparto modal de los recursos cuando menos discutible. Así, en los Presupuestos de Fomento para el próximo ejercicio, algo más de la mitad de la inversión (51%) va a parar al ferrocarril. Son 4.573 millones de euros, de los que el 70% se los llevará el tren de alta velocidad. La carretera se queda con 2.153 millones, un 24% de la inversión total.
Cuando constatamos que solo 4 de cada 10.000 personas que se desplazan por tierra lo hacen en AVE –y son datos de ADIF- vemos cuán injusta es esa distribución. Más aún si pensamos que cada viaje en tren de alta velocidad nos cuesta a cada español 432 euros, según la propia Ministra Ana Pastor reconociera meses atrás.
Posible solución: retrasar la construcción de algunas líneas de alta velocidad, y planificar este modo de transporte en función de la movilidad real del país, esa que constata que el 90% del transporte de viajeros y el 85% de las mercancías circulan por carretera.
La conservación
Incluso siendo conscientes de la indigencia presupuestaria en la que nos encontramos, no entendemos el abandono de algo tan fundamental como la conservación del patrimonio viario. Los 818 millones de euros presupuestados para 2014 resultan insuficientes, ineficaces y cortoplacistas para una red de carreteras que ha pasado de ser una de las mejores de Europa a presentar un estado como el de hace 25 años.
Los estudios internacionales al respecto son claros: el nivel mínimo de inversión anual en conservación para las infraestructuras viarias debe ser el equivalente al 2% del valor patrimonial de esas infraestructuras. En España, con una Red Estatal de Carreteras valorada en más de 80.000 millones euros, la cifra de inversión necesaria para su mantenimiento sería de 1.600 millones al año, es decir, justo el doble de lo que se va a invertir el próximo ejercicio.
Por otro lado, nos parece un error que finalmente se haya pospuesto el debate del pago por uso. No se nos escapa que es un tema impopular, pero ¿no lo es también el mal estado de las carreteras? Muchos usuarios claman por un mejor servicio, imposible en estos momentos si no se acude a una fuente de financiación extrapresupuestaria. Al menos, creemos que este punto merece una reflexión sin dilación, ya que la puesta en marcha de un sistema de pago por uso no es inmediata.
Finalmente, creemos que habría que estudiar la viabilidad de crear una Agencia de Infraestructuras con capacidad para planificar de forma conjunta todas las obras del Ministerio de Fomento. Parece fácil de entender que, especialmente cuando hay contracción presupuestaria, no todos los modos de transporte pueden llegar a todos los territorios. No puede haber 52 provincias con 52 aeropuertos y el mismo número de estaciones de ave y vías de alta capacidad. Por lo tanto, habrá que estudiar cada caso con detenimiento, atendiendo a criterios de movilidad.
En definitiva, desde la Asociación Española de la Carretera consideramos que los dos últimos años no han sido de austeridad sino de pobreza para nuestras carreteras, mientras que el dinero, el poco que hay, se gasta en subvencionar líneas de AVE, en ocasiones infrautilizadas y en todos los casos deficitarias. Consideramos, también, que los 2.153 millones de euros que el Gobierno planea invertir en 2014 en infraestructuras viarias, en el modo de transporte más importante del país, hacen imposible cualquier política de gestión de carreteras mínimamente coherente y eficaz.