Jacobo Díaz Pineda, Director General de la Asociación Española de la Carretera
Artículo publicado en el portal Actualidad Vial el 9 de octubre de 2013
El Gobierno ha calificado su proyecto de cuentas públicas para 2014 como “presupuestos de la recuperación”. Sin embargo, tras un primer vistazo, es inevitable preguntarse a qué recuperación se refiere cuando las inversiones en obra pública caen más de 1.000 millones, siendo éste uno de los sectores productivos por excelencia en cualquier economía desarrollada.
Con este telón de fondo, la situación de las carreteras es delicada, como no puede ser de otra manera cuando se anuncia una caída del 27% en sus partidas presupuestarias, alcanzando un total de 2.153 millones de euros. Es sencillo hacerse una composición de lugar si tenemos en cuenta que los Presupuestos Generales del Estado para 2013 fueron especialmente cicateros en materia viaria.
Por su parte, las inversiones en ferrocarriles se reducen casi un 3%, pero su proporción en las inversiones totales asciende hasta llegar el 51%, mientras que las viarias apenas alcanzan el 24%. Una vez más, de forma incomprensible sale perdiendo por goleada el modo de transporte que da servicio al 90% de los viajeros y al 85% de las mercancías. Además, el 70% de las inversiones ferroviarias de 2014 irá a parar al AVE, cuyas líneas sólo transportan a 4 de cada 10.000 personas que viajan por tierra.
Para sumar más confusión a las previsiones de Fomento de cara a 2014, observamos que la conservación y mantenimiento de carreteras se ha de conformar con 818 millones de euros, exactamente la misma cantidad que la propuesta el año pasado para el presente curso. Además, a la ya decepcionante cifra hay que añadir el hecho de que, a efectos reales, la inversión prevista a día de hoy para 2014 es inferior a la del presente año, puesto que recientemente se anunciaron inversiones extraordinarias en conservación.
Por todo ello, no compartimos el entusiasmo de nuestras autoridades con respecto a estos “presupuestos sociales”. ¿Cómo se pueden considerar “sociales” unos presupuestos que castigan de forma injustificable el modo de transporte social por excelencia, la carretera, que genera 3 millones de empleos directos e indirectos y concentra el transporte de la gran mayoría de los viajeros, bienes y servicios de nuestro país?
Un interrogante que nos lleva inevitablemente a lo que sucede en el día a día de nuestras carreteras. Con la construcción de nuevas vías ralentizada hasta niveles muy bajos, el mantenimiento de nuestras carreteras languidece, convirtiendo en una quimera los índices de inversión recomendados por los principales organismos internacionales. En este sentido, la cifra estimada como óptima para la adecuada conservación de la red viaria española asciende a 1.600 millones al año, justo el doble de lo presupuestado por el Gobierno para 2014.
Por el momento, este descalabro no ha tenido consecuencias negativas en materia de seguridad vial. Es una gran noticia que España siga siendo un gran ejemplo en este sentido, como viene sucediendo desde hace ya una década. Sin embargo, cuando observamos el estado en que se encuentran nuestras vías –sin visos de que cambie en el medio plazo- no podemos dejar de preguntarnos si España seguirá siendo una referencia en reducción de la siniestralidad.
Por desgracia, las carreteras están abocadas a volver a un pasado que creíamos superado y olvidado. Esperemos no tener que lamentarnos de un retroceso también en lo que seguridad vial se refiere.