Jacobo Díaz Pineda, Director General de la Asociación Española de la Carretera
Artículo publicado en el nº 11 de Securitas Vialis * www.securitasvialis.com
Hasta hace muy poco era tan sólo un anhelo que comenzaba a tomar cuerpo tímidamente pero con paso firme. Muchos no se atrevían a proclamarlo a los cuatro vientos por miedo a que el milagro se desvaneciera. Sucede a menudo con las pequeñas cosas que necesitan crecer a salvo de peligros y miedos. Pero ha pasado el tiempo de las prevenciones y ya podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la seguridad vial ha dado un histórico giro de 180 grados, pasando de las grandes palabras a los hechos concretos y convirtiéndose así en una utopía muy real.
Muchos han sido los cambios que nos han permitido en España reducir a la mitad las muertes en carretera para cumplir así el reto europeo lanzado hace una década. El permiso de conducir por puntos, las campañas de concienciación, el cambio del Código Penal en materia de tráfico y el incremento de la vigilancia de las carreteras han sido factores fundamentales en este sentido.
Uno de estos grandes frentes es el legislativo, pues constituye la base sobre la que se debe construir cualquier política de seguridad. En este sentido, la entrada en vigor de la Directiva Europea de Seguridad en Infraestructuras Viarias abre un nuevo escenario porque sitúa las carreteras en el centro de las políticas de seguridad. Gracias a esta nueva norma, las infraestructuras viarias tienen la posibilidad de desarrollar todo su potencial técnico a la hora de reducir al máximo la siniestralidad, lo cual es sin duda una excelente noticia ya que el estado del arte en este campo raya a gran altura.
Así, entre otras cosas, los 90.000 kilómetros de la Red Transeuropea de Carreteras serán sometidos a profundas inspecciones de seguridad vial con el fin de incrementar sus estándares de calidad y servicio. Pese a la demora, que se ha prolongado más de una década, es una gran noticia que estas auditorías se implanten en nuestro país porque ya han demostrado ser muy útiles donde se han aplicado, facilitando descensos de hasta un tercio en los datos de siniestralidad. Por ello, hay que ir más allá instando a las autoridades españolas a sobrepasar el ámbito de actuación de esta Directiva y aplicarla en el resto de vías de nuestra red.
Y es que parece el momento propicio para aprovechar las buenas noticias que nos llegan del mundo de la seguridad vial. La marea se está acercando a la otra orilla del Atlántico. Son sintomáticos en este sentido los nuevos aires que están tomando las políticas de seguridad vial en algunos países latinoamericanos. Destaca en este proceso el creciente interés por la creación de agencias nacionales de seguridad vial capaces de aglutinar todos los recursos disponibles para ponerlos al servicio de la sociedad y lograr así redes viarias más modernas y seguras.
Éste es precisamente el reto que tienen que abordar igualmente los países del sudeste asiático. En los actuales tiempos de fuerte crisis económica mundial, son las únicas economías que mantienen el tipo e, incluso, muestran tasas de crecimiento inimaginables en Europa y Estados Unidos. A todo ello hay que sumar que, desde hace unos años, registran una actividad viaria extraordinariamente intensa que les ha llevado a construir unas modernas redes de grandes vías por las que cada día circulan más y más vehículos. Por ello precisamente, estos países deben articular políticas de seguridad vial a la altura de las circunstancias. Sus redes viarias son complejas y requieren soluciones propias del siglo XXI.
Es indudable que nos encontramos ante un momento clave en la batalla contra los accidentes de tráfico. Por primera vez en muchos años se ve como algo posible dar la vuelta a la contienda y ganar la partida en muchas zonas del planeta especialmente castigadas. Quizá lo más esperanzador en este sentido a juzgar por lo que percibimos aquí y allá, es que los éxitos en seguridad vial pueden ser exportables con grandes resultados allí donde más se necesitan.
El dolor que producen las muertes en carretera es compartido por toda la sociedad, sea cual sea su procedencia. Aprendamos juntos a acabar con esta lacra. Sólo así saldremos victoriosos.