Carretera convencional, de noche, sin iluminación, intersección, toma de decisiones, dudas, miedo, ¿accidente?
Son numerosos los tramos de nuestra red de carreteras en los que la carga de trabajo[1] hace que sea necesaria ayuda adicional durante la noche o el crepúsculo, o bajo condiciones climáticas adversas, para facilitar la toma de decisiones de los usuarios, de manera que mejore la seguridad de estos emplazamientos. En estos tramos, la iluminación supone un inestimable apoyo.
En el año 2009, el 25% de los accidentes con víctimas en carretera tuvo lugar durante la noche, en vías sin suficiente iluminación, o durante el crepúsculo; bajo estas condiciones se produjo el 28% de los fallecidos en siniestro de circulación. Además, si se tiene en cuenta que los tráficos nocturnos suelen ser inferiores a los diurnos, los índices de peligrosidad y mortalidad se disparan durante la noche (la probabilidad de verse implicado en un accidente con víctimas durante la noche es 2,43 veces superior a la que existe con luz diurna[2]).
Intersecciones y enlaces son tramos especialmente críticos, al igual que las llegadas a poblaciones, aunque generalmente éstas se encuentran iluminadas con mayor o menor generosidad. Sin embargo, en el contexto interurbano, es frecuente que no exista ningún elemento de iluminación o, en su caso, de balizamiento retrorreflectante que pueda proporcionar ayuda a los conductores.
Últimamente, la difícil situación económica por la que atraviesa todo el país ha llevado incluso a que en algunos tramos que disponen de iluminación, ésta no se ponga en funcionamiento salvo en raras ocasiones. Sin embargo, en un estudio realizado por la Administración de Carreteras de Estados Unidos hace varios años, la iluminación aparecía como la medida de seguridad con el máximo ratio beneficio/coste. Además, estudios de opinión llevados a cabo hace algunos años en España ponen de manifiesto que la iluminación es la medida mejor valorada por usuarios y técnicos en cuanto al equipamiento de la carretera.
Está claro que llevar la iluminación al último tramo de carretera de montaña no es fácil ni viable, sino muy costoso y probablemente poco rentable, pero hay tramos de carreteras con tráfico nocturno o especiales dificultades en cuanto a la toma de decisiones en los que se debería valorar la instalación de iluminación. La tecnología actual permite el aprovechamiento de la energía solar para el funcionamiento nocturno de las luminarias y otras alternativas. Es costoso, sí, pero muy necesario. Y en aquellos tramos donde ya existe la instalación, ahorrar en iluminación es, probablemente, una medida muy poco rentable.
Recientemente se volvía a valorar en las altas instancias políticas la posibilidad de reducir la iluminación en carreteras para rebajar la factura de energía; nos alegra que la medida haya quedado en la intención de cambiar las lámparas por unas de mayor eficiencia.
Cuidado con las decisiones sobre iluminación de carreteras; lejos de sobrar, falta; por comodidad, por calidad de servicio y, sobre todo, por seguridad.