Jacobo Díaz Pineda, Director General de la Asociación Española de la Carretera
Lamentablemente, desde la Asociación Española de la Carretera no podemos augurar un buen año para las infraestructuras viarias de nuestro país en 2013. Es del todo probable que el deterioro que acumula la red viaria empiece ya a repercutir de forma patente en la calidad, la comodidad y la seguridad de la circulación.
Según las previsiones meteorológicas, el invierno va a ser frío y húmedo, una dureza climática que, unida a la nula inversión en mantenimiento, conservación y rehabilitación de firmes, podría acelerar el desgaste y la rotura del pavimento. No podemos dejar de recordar que, según los resultados del Informe sobre Necesidades de Inversión en Conservación, desarrollado por la AEC a finales de 2011, el estado de los firmes obtiene la peor nota de los últimos 25 años. Esto pone de manifiesto que el pavimento empieza a mostrar síntomas evidentes de un grave deterioro estructural consecuencia de la falta de inversión en su mantenimiento. Así, las inversiones en refuerzo de firmes en la Red de Carreteras del Estado han pasado de más de 500 millones de € anuales en los años 2007 y 2008 a 28 millones de € en 2009, 14 millones de € en 2010 y 0 € en 2011 (a falta de conocer la cifra final correspondiente a 2012, que no apunta mucho más alto).
Sea como fuere, y situándonos en el escenario más optimista en cuanto a la crudeza invernal que nos depara 2013, no podemos descartar posibles problemas puntuales en episodios de nevadas intensas asociados a la significativa reducción de las dotaciones para vialidad invernal.
Desde el punto de vista del equipamiento (señalización vertical y horizontal, barreras de seguridad, elementos de balizamiento, iluminación…), no tardará en manifestarse un acusado envejecimiento de todos los elementos, con la consiguiente pérdida del nivel de seguridad de la vía. Volviendo al informe referido anteriormente, en la Red Estatal, alrededor de 88.000 señales superan la edad de siete años (período de garantía otorgado por los fabricantes para las láminas retrorreflectantes), lo que se traduce en que, si bien durante el día la señal parece mostrar un estado de conservación bueno, por la noche su visibilidad no está garantizada, al haber caducado el material retrorreflectante. En la Red Autonómica, por su parte, sería necesario renovar unas 237.000 señales. En 2010 y 2011, la inversión en renovación de señales fue de prácticamente 0 €.
La pérdida de la reflectancia se manifestará también de forma notable en la señalización horizontal, más aún considerando que ya en 2011 era necesario repintar un total de 3.000 kilómetros de marcas viales en la Red Estatal, y 47.000 kilómetros en la Autonómica. La situación no es mejor para las barreras de contención, elemento que afecta especialmente a la seguridad de la vía y que, en el momento actual, precisa de una inversión de 150 millones de €, una cantidad que, ni en los supuestos más optimistas, parece que vaya a invertirse en 2013.
También con una implicación directa en el nivel de seguridad y peligrosidad de la vía, la iluminación es otro de los grandes damnificados por las restricciones que azotan los presupuestos públicos. Hace un año, según nuestras estimaciones, el 21% de las luminarias estaban apagadas, y mucho nos tememos que este dato haya podido incrementarse sustancialmente en los últimos doce meses. No parece, pues, que en el futuro inmediato podamos aspirar a recuperar una conducción nocturna segura, viendo y siendo vistos.
No corren buenos tiempos para las carreteras españolas, que han depositado todas sus esperanzas en 2014. Eso, o habrá que ir pensando en modos de transporte alternativos capaces de ofrecer un servicio similar al de las infraestructuras viarias. Algo que, hoy por hoy, es pura ciencia-ficción.