De oca a oca

Editorial publicado en la revista Carreteras – nº 179 – Septiembre/Octubre de 2011

Cuando uno escucha, no conformándose tan solo con oír, a ilustres entrenadores deportivos, la importancia que la planificación de la temporada tiene en la consecución de los objetivos marcados, no deja de sorprenderle lo generalizado que está este pensamiento en ese colectivo.

 Es posible que buena parte de nuestra clase política piense, puesto que así actúa, que eso de planificar debe ser importante, en todo caso, en el campo de la actividad deportiva, pero evidentemente no lo es en temas de tanta importancia para la economía de nuestro país como el de las infraestructuras de transporte.

 Sin duda esa clase política se sorprende y no entiende que, mes tras mes, sigan ocupando un notable y destacado segundo lugar entre las preocupaciones de los ciudadanos. Aunque como éstos siguen ejerciendo su derecho a votar, aceptan aquello de “dame pan y dime tonto”, dicho proverbial que invita a no tener en cuenta las ofensas de las personas que nos benefician.

 ¿Quién mejor para planificar que la clase política? ¿Quién conoce mejor que nadie las necesidades de los ciudadanos? ¿Quién sabe de los servicios que son demandados por éstos? ¿Quién mejor que ellos para saber las necesidades de comunicación del territorio sobre el que tienen responsabilidades de gobierno?

 Claro, y luego nos sorprendemos que pase lo que pasa.

 El 19 de diciembre de 2010 se inauguraba la línea de AVE entre Toledo y Albacete, y los “planificadores políticos” alardeaban de la excelente gestión realizada. Pasados apenas seis meses, el 1 de julio de 2011, ante evidencias incontestables tales como una utilización media de nueve pasajeros o un déficit diario de dieciocho mil euros en la explotación han motivado el cierre de la línea.

 ¿Quién ha fallado? Seguro que la “planificación política” NO. Que los dos mil ciento noventa viajeros previstos por los estudios de demanda se hayan quedado en nueve, parece razón suficiente para tomar la decisión del cierre, pero también para preguntarse si esos estudios de demanda fueron tan solo un elemento de justificación de una decisión previamente tomada.

 Sería injusto afirmar que de los 3.500 millones de euros invertidos en la construcción nunca más se supo. Y sería injusto afirmar que con esa importante cantidad económica se ha construido una infraestructura que evidentemente no era necesaria, que no hubiese superado un análisis de una planificación técnica. Aunque algo de eso, en pequeña cuantía, haya podido haber

 Sin embargo se puede afirmar que en esta ocasión, como en otras muchas, la decisión final ha tenido un carácter “político”, cada uno de los contribuyentes, cada uno de nosotros, hemos puesto nuestro dinero, recaudado mediante los impuestos, en esa obra inútil en honor y gloria de algún personaje. Lo menos que podemos pedir es que se planifique, se evalúe y se tomen decisiones de inversión en modelos de transporte que produzcan retorno para todos los que financiamos las infraestructuras, para todos nosotros.

 Y mientras tanto la carretera, que es el medio de transporte más social, no recibe ni un euro. No se construye prácticamente ninguna nueva carretera, los acondicionamientos son mínimos y se conserva poco, y cada vez con menos recursos económicos.

 Una importante red de carreteras que posee un uso social evidente, que llega hasta el último pueblo de nuestro país, que nos permite acceder a los hospitales, a los colegios, a las escuelas públicas, a los centros de ocio,… es como si no existiese, como si hubiese que cerrarla.

 Se olvida que si no invertimos en mantener útil una carretera estamos tirando por la borda el trabajo de aquellos que la construyeron con gran esfuerzo y estamos empobreciendo a nuestros hijos. Dicho de otro modo, no estamos gestionando de una forma sostenible un patrimonio fundamental para la competitividad de nuestro país.

 De oca a oca: ni planificamos, ni somos eficientes, ni gestionamos de forma sostenible.